A lo largo de la historia, los programas militares de investigación han hecho contribuciones significativas a la medicina y, en particular, a la creación de las vacunas. Los intentos han sido impulsados principalmente por los efectos de las enfermedades infecciosas en los conflictos militares: la viruela devastó al Ejército Continental en 1776, así como a las tropas de ambos bandos en la Guerra Civil de EE.UU.; la fiebre tifoidea era común entre los soldados de la Guerra Hispanoamericana. Se perdieron más días-hombre entre los soldados de EE.UU. en las regiones endémicas de malaria que por balas a lo largo de todo el siglo XX; ciertamente, la malaria continúa minando el poderío militar en este siglo.
Para responder ante estas enfermedades, y las muchas otras que amenazan a los soldados y al público, las fuerzas militares han dedicado una cantidad significativa de tiempo y esfuerzo a proponer métodos de salud pública y a realizar investigaciones médicas.
Viruela
La viruela fue un azote para las colonias americanas; diezmó a la población americana nativa, y luego desempeñó un papel importante en la Guerra de Independencia. Los soldados británicos tenían mejor inmunidad contra la enfermedad que las tropas coloniales, y tal vez incluso la usaran como arma. En 1776, la mitad de los 10,000 soldados del Ejército Continental cerca de Quebec se enfermaron de viruela; acerca de ese brote, John Adams escribió: “La viruela es diez veces más terrible que los británicos, canadienses e indios juntos. Esta fue la causa de nuestra retirada precipitada de Quebec”.
Al siguiente año, George Washington, como comandante en jefe del Ejército Continental, ordenó una inoculación obligatoria contra la viruela para todo soldado que no hubiera adquirido antes la inmunidad contra la enfermedad por una infección. En esta época, al procedimiento se le conocía como virulación, y se exponía intencionalmente a una persona a una leve forma del virus de la viruela (Jenner no crearía la vacuna contra la viruela hasta 1796). [.] Para el Ejército Británico en las colonias norteamericanas, la inoculación fue voluntaria.
Como resultado de las órdenes de Washington, el Ejército Continental fue el primero en el mundo en tener un programa organizado para prevenir la viruela. Algunos historiadores han sugerido que si la inoculación contra la viruela se hubiera realizado antes, se habría evitado el brote de viruela entre los soldados continentales en Quebec, acelerando la conclusión de la Guerra de Independencia y permitiendo, posiblemente, que se agregara parte o toda la colonia británica de Canadá a los Estados Unidos.
Fiebre amarilla
La fiebre amarilla fue un problema grande para las tropas de EE.UU. durante la Guerra Hispanoamericana de 1898. Como respuesta, el ejército creó la Comisión de la Fiebre Amarilla, dirigida por el médico Walter Reed. Los miembros de la Comisión viajaron a Cuba y, después de exhaustivos experimentos y observaciones, validaron una teoría presentada dos décadas antes por Carlos Finlay, un médico cubano: los mosquitos eran los responsables de la transmisión de la enfermedad. Investigaciones posteriores demostraron que un mosquito era la causa subyacente real, transmitido de una persona a otra usando los mosquitos como vectores.
Posteriormente, el trabajo de la Comisión conduciría a programas de control de la fiebre amarilla para los campamentos militares y las ciudades y pueblos cubanos. William Crawford Gorgas, médico estadounidense, organizó estos programas para Cuba y la región del Canal de Panamá. Los intentos de control por parte del grupo de Gorgas permitieron a los estadounidenses finalizar el Canal de Panamá, después de que los franceses abandonaron los esfuerzos debido a las dificultades por la fiebre amarilla y la malaria. Después de servir como cirujano general del ejército de EE.UU. finalmente Gorgas se unió a la Comisión de la Fiebre Amarilla de la Fundación Rockefeller, como director de su trabajo sobre la erradicación de la fiebre amarilla. Años después, Max Theiler, instructor de Harvard, también se uniría a la comisión y crearía la vacuna 17D contra la fiebre amarilla. Theiler, quien era virólogo, ganaría posteriormente el Premio Nobel por su labor, y su vacuna, sigue en uso actualmente.
Adenovirus
Después de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los casos agudos de enfermedades respiratorias entre los reclutas militares de EE.UU. fueron resultado de infecciones por adenovirus, que pueden variar en cuanto a los síntomas y presentar similitudes con un resfriado común, una neumonía o bronquitis; existen por lo menos 52 tipos diferentes de adenovirus que pueden infectar a los humanos. En casos graves, los reclutas podían morir de disnea, inducida por la infección causada por adenovirus.
Maurice Hilleman, un microbiólogo que finalmente estaría involucrado en la creación de más de 40 vacunas, se unió al Departamento de Enfermedades Respiratorias del Centro Médico del Ejército de EE.UU. (U.S. Army Medical Center’s Department of Respiratory Diseases) después de salir de E.R. Squibb & Sons en 1948. Muy pronto, a ese centro de investigación se le rebautizaría como el Instituto Walter Reed de Investigación del Ejército (WRAIR, por sus siglas en inglés) y Hilleman todavía trabajaba ahí en 1953, cuando voló a Fort Leonard Wood, Misuri, para investigar una sospecha de brote de influenza entre las tropas del ejército.
En vez de ello, cuando Hilleman y su grupo aislaron algunos virus de las tropas infectadas, se dieron cuenta de que no habían aislado el virus de la influenza, sino múltiples cepas de un tipo de virus recién descubierto, el grupo que finalmente se llamaría adenovirus.
Tan solo tres años después, en 1956, en el WRAIR se creó una vacuna contra el adenovirus. Fue una vacuna inactiva que protegía contra dos formas de infección por adenovirus, los tipos 4 y 7, que representaban la mayoría de las enfermedades respiratorias agudas entre los reclutas (el Instituto Nacional de Salud creó una vacuna por separado que protegía contra el tipo 3, además de los tipos 4 y 7). Los problemas para la producción condujeron a que se revocara la autorización oficial de la vacuna en 1963, pero apenas unos años después se crearon dos vacunas con virus vivos. Estas vacunas eran únicas, ya que se producían como tabletas orales, con un recubrimiento que resistía el ácido estomacal.
Después de extensos estudios militares, se dieron ambas vacunas a los nuevos reclutas militares “a unas cuantas horas de su llegada” al entrenamiento básico, a partir de 1971 y este proceso continuó hasta 1996. Sin embargo, ese año el fabricante de la vacuna dejó de producirla. Desde entonces, los brotes de la enfermedad respiratoria aguda ocasionada por los adenovirus repuntaron entre los reclutas militares, y el gobierno ha hecho un contrato con un fabricante para restaurar una línea de producción de tabletas con la vacuna contra el adenovirus tipo 4 y tipo 7.
Investigación de la vacuna contra el VIH y la malaria
En la actualidad, los investigadores militares están muy involucrados en el proceso de creación de tratamientos y vacunas para la malaria y la infección por VIH. El Programa Militar de Investigación del VIH (MHRP, por sus siglas en inglés) de EE.UU. en el Instituto Walter Reed de Investigación del Ejército estudia no solo el cuidado y el tratamiento, sino también la prevención del VIH. Los científicos del MHRP, en colaboración con los Institutos Nacionales de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de EE.UU. crearon una vacuna candidata contra el VIH a partir de un vector viral, y ha llegado al nivel de pruebas clínicas en humanos, en combinación con otro producto de vacuna. Por separado, los investigadores militares de EE.UU. han contribuide también con las pruebas de la candidata principal para la vacuna contra la malaria. Creada en cooperación con GlaxoSmithKline, la vacuna candidata contra la malaria RTS,S se está probando en ensayos clínicos de fase 3 en siete países africanos; la vacuna fue moderadamente eficaz en la prevención de casos graves de malaria en niños.
Fuentes de información
Artenstein, A.W., Opal, J.M., Opal, S.M., Tramont, E.C., Peter, G., Russell, P.K. History of U.S. Military Contributions to the Study of Vaccines against Infectious Diseases. Military Medicine. 170, 4:3, 2005.
Centers for Disease Control and Prevention. . May 19, 2010. Acesado el 17 enero 2018.
Malaria Vaccine Initiative.: Ghana, Kenya, and Malawi to take part in WHO malaria vaccine pilot programme . Acesado el 17 enero 2018.
Glynn, I., Glynn, J. The Life and Death of Smallpox. New York: Cambridge University Press, 2004.
Grabenstein, J.D., Pittman, P.R., Greenwood, J.T., Engler, R.J.M. Immunization to Protect the U.S. Armed Forces: Heritage, Current Practice, Prospects. Epidemiological Reviews 2006;28:3-26.
Hilleman, M. Efficacy of and Indications for Use of Adenovirus Vaccine. Am J Public Health Nations Health. 1958 February; 48(2): 153–158.
Military Health System. . Acesado el 17 enero 2018.
Naval Health Research Center. . (590 KB). Acesado el 17 enero 2018.
. Acesado el 17 enero 2018.
Para ver PDFs, descargue e instale .
Ultima actualización 17 enero 2018